Concello de Ribadeo
Historia
Aquí tienes una breve reseña de los acontecimientos más relevantes de la historia ribadense, desde el asentamiento de sus primeros pobladores hasta nuestros días.
Aunque poco estudiados, hay vestigios que corroboran la antigüedad de una población de las tierras de Ribadeo. Así lo demuestra el yacimiento de Louselas (Vilaselán) donde se encontraron utensilios de piedra que datan del paleolítico. Entre los vestigios más relevantes destacan también los restos de las primeras aldeas ribadenses, representadas por los poblados castreños de Vilaselán, A Devesa, As Anzas o Arante.
En este contexto histórico aparecieron fragmentos de la famosa diadema de Ribadeo, considerada como la pieza más importante que se conoce de la orfebrería castreña en el territorio gallego.
El origen de la villa y del municipio
Las lagunas informativas, que impiden trazar con más detalle el devenir histórico del término en la antigüedad, desaparecen en buena medida a partir de la Edad Media, cuando ya se dispone de más información para reconstruir con fundamento algunos de sus capítulos más relevantes.
Hacia mediados del siglo XII la villa se asentaba en la ensenada de la Vilavella, pues el primitivo núcleo de Cabanela y Porcillán fue abandonado huyendo de los ataque de los piratas nórdicos en los siglos IX y X. Por entonces, en el 1128 Afonso VII acometió un reordenamiento territorial en el que se ampliaron las tierras de realengo a la cuesta de las del obispo de Mondoñedo. Por estas fechas, en el territorio que luego constituiría el alfoz de Ribadeo se contabilizaban 21 parroquias con una densidad de población comparativamente elevada y una actividad económica en alza.
El rey Fernando II decidió, en 1183, elevar al rango de villa el núcleo ya existente otorgándole un foro con una serie de privilegios destinados a favorecer su crecimiento, entre ellos la posibilidad de celebrar un mercado. Del interés de la monarquía por favorecer la villa dan buena cuenta otras medidas posteriores, caso de la ampliación, en 1202, del arrabaldo o zona rural sometida a la jurisdicción del núcleo urbano.
Así, Ribadeo fue adquiriendo los elementos propios del ámbito urbano, como los conventos de San Francisco o Santa Clara (siglos XIII-XIV) y mismo se trasladó allí, por un espacio corto de tiempo, la sede episcopal, que volvería a Mondoñedo definitivamente en 1233.
En 1369 el enfrentamiento entre Pedro I El Cruel y Enrique de Trastámara finalizó con la victoria de este último quien, en un acto de agradecimiento, le otorgó la villa de Ribadeo y su alfoz al caballero francés Pierre de Villaines, pasando así de encontrarse este espacio bajo protección real a convertirse, para todo lo que alcanzaba a su gobierno, en un condado. El beneficiario francés se lo vendió más tarde al condestable de Castilla, a lo que le fue confiscado en 1422 por Xoán II y este, poco después, se lo donaría a Don Rodrigo de Villandrando. Él y sus descendientes dieron origen a la Casa Condal de Ribadeo que, posteriormente, por vía de herencias y enlaces matrimoniales acabaría incorporándose al titulo ducal de Hijar hasta el siglo XIX.
La administración municipal del territorio surgió por vez primera con la proclamación de la Constitución de 1812, que creó los concellos de Ribadeo y Cedofeita. Trasla posterior derogación de este por parte de Fernando VII en 1823 y la consiguiente restauración del sistema feudal no se volvió a recuperar el municipalismo hasta 1835. Con todo, la composición definitiva del término ribadense, tal y como se conoce hoy, no quedó definitivamente determinada hasta 1843.
La llegada del siglo XIX marca un punto de inflexión decisivo entre el Ribadeo antiguo y el moderno con la desaparición de la muralla y de otras construcciones que habían marcado la vida de la villa durante los siglos anteriores. Llegaron otras, muchas aun hoy visibles.
Porcillán y el auge económico de Ribadeo
En otro orden de cosas, el devenir económico de Ribadeo estuvo siempre muy ligado a las diferentes etapas atravesadas por el comercio portuario de Porcillán, ya que el puerto fue uno de los motores de la economía local.
Históricamente favorecido cómo principal puerto del noroeste gallego, Porcillán centró su actividad en el tráfico de madera con dirección, fundamentalmente, a Sevilla y Lisboa hasta bien entrado el siglo XVIII. A partir de ese momento la autorización de importaciones sin gravamen de lino procedente del norte de Europa hizo que el comercio de la madera había perdido relevancia en favor del textil, y, en menor medida, también de sal y hierro.
El intenso tráfico de la época propició la instalación de una aduana en este puerto, así como el asentamiento en la villa de numerosos comerciantes, la mayor parte de ellos asturianos.
Después de 1820, cuando volvieron a grabarse las importaciones de lino y Galicia comenzó a recibir en masa los tejidos catalanes, el tráfico comercial se resintió notablemente y, con él, la economía de la comarca ribadense. Con todo, Porcillán consiguió sostenerse durante el siglo XIX gracias a que en 1840 se le permitió el comercio con América y también a causa de la diversificación de sus importaciones (cueros, abonos…).
A comienzos del siglo XX fue clave para toda A Mariña Oriental la explotación de las minas de limonita de Vilaodriz, en A Pontenova, que se mantuvieron activas hasta 1965. La necesidad de transportar el mineral extraído desde el yacimiento hasta el puerto de Ribadeo propició la instalación de una línea de hierro que fue empleada al mismo tiempo para lo transporte de pasajeros y que, a pesar de lo cese de la actividad en las minas, mantuvo este otro uso hasta 1964.
El auge económico ribadense se reflejó en la arquitectura, en la apertura de nuevas calles y en la creación de numerosas sociedades culturales y cabeceras periodísticas que proliferaron de manera especial a finales del XIX y XX.
En el siglo XX
Hacia 1915 se construye la torre de los Moreno, una de las obras arquitectónicas más características de Ribadeo, edificio modernista que contaba -ya de aquella- con un ascensor y sistemas de recogida de la basura por medio de canales internas. Es la obra más reconocible de una arquitectura moderna y cosmopolita que dejó gran huella en este territorio.
De las sociedades que se crearon a principios del siglo XX aun existen dos: la Sociedad Filantrópico Dramática, propietaria del Cine Teatro (donde se organizaban unas fantásticas veladas con artistas ribadenses como el cantante de ópera Manolo Corés y compañías de fuera); y la Sociedad de Socorros Mutuos La Concordia, una organización de ayuda mutua y protección social.
La inauguración del Puente de los Santos en 1987 se convirtió en un de los acontecimientos de mayor relevancia de los últimos tiempos, en tanto que sirvió como elemento dinamizador del sector terciario de Ribadeo, y de toda la comarca, al facilitar el acceso rápido a los concellos de la orilla asturiana del Eo.